Ciclo Chocolat CXVI: Una crítica personal de película: “Babylon” (Damien Chazelle, 2022).

Ha pasado mucho tiempo desde que creé mi última contribución a este cinematográfico blog. Curiosamente, aquella última vez también hizo referencia a un estreno de cartelera de mi ídolo Brad Pitt. Lamento que ir a la sala de cine, tras la pandemia, resulte mucho menos motivador que antes, y no porque el encanto de una sala y unas palomitas haya perdido en emoción, sino porque los estrenos que realmente merecen la pena, esos que atraen al espectador sobremanera, no existen en la actualidad. Lamento que la evolución y el progreso impliquen que el cine se convierta en un mero negocio a través de plataformas, que incitan a no salir de casa y a consumir visionado en ratos alternos o todo de una vez, en vez de disfrutarlo en una sala de cine. Por otra parte, el precio de una entrada, sin reducciones, para ver una sola película resulta desconcertante. Ir a una sala de cine es un lujo, en los tiempos que vivimos, para mucha gente, aunque bien es verdad que las nuevas generaciones, en general, no están muy interesadas en el Séptimo Arte, siendo este, sin duda, parte de la cultura de cualquier ser humano. Quizás las familias no transmiten este interés, quizás no ven importante dedicar parte de los ahorros a este tipo de ocupación cultural o quizás, son los propios niños y adolescentes de hoy quienes no son capaces de estar diez minutos seguidos en silencio y prestando atención a un único estímulo. Cualquier motivo es válido. Las cosas han cambiado mucho en la sociedad y en la naturaleza humana. Las prioridades son otras, y sin duda, la educación que se recibe y que se inculca es muy diferente también.

Tras una introducción personal algo independiente del meollo de esta entrada, me precipito a desgranar mi apreciación sobre una película de 188 minutos, con un elenco que no pasa inadvertido: un maduro y experimentado Brad Pitt (como Jack Conrad), una impresionante Margot Robbie (tanto en aspecto como en calidad interpretativa), un prometedor Diego Calva (nominado al Globo de Oro por este trabajo), un Tobey Maguire como secundario caracterizado con un aspecto y una actitud algo peculiar y un muy cambiado Eric Roberts, en su línea de hacer un personaje poco agradable en trato. Todos ellos dan su toque personal a la trama. Además, nos topamos con Lukas Haas (niño de «Único testigo»), con Olivia Wilde, o con Olivia Hamilton, en apariciones breves. Tres horas de película dan para que la posibilidad de que el cartel de actores se incremente sea factible. Vayamos al grano… ¿de qué va la película exactamente? El director, Damien Chazelle (1985), responsable de títulos como «La la land» o ‘First Man (el primer hombre)’, entre algún otro, nos muestra una visión más realista y menos admirable de lo que supuso y fue el panorama cinematográfico de Hollywood en la década de los años 20 y 30. No les pillará de sorpresa, estimados lectores, que les diga que no era oro todo lo que relucía. Nada tenía que ver lo que el espectador captaba y sentía frente a la gran pantalla, con lo que celebridades del momento vivenciaban en sus particulares, «colosales» y desmesuradas existencias. Nada hay que esconder si la realidad del momento para directores, productores y actores/actrices no era solo ver cómo el cine, a la par que el mundo, evolucionaba, transitando de modo mudo a sonido. Gran paso de gigante, por supuesto, pero insuficiente para personas a las que el dinero se les quedaba pequeño y precisaban de llenar sus vidas con vicios y banalidades. Así es de caprichosa la mente humana. Por otro lado, podemos comprobar en esta película cómo la clave del éxito en este mundillo estaba llena de servilismo, trapicheos, manipulación, picardía, falsedad y apariencia. Que hasta el tipo más humilde del mundo pudiera terminar en la cima siendo servicial y resolutivo, y el tipo que ya estaba en la cima pudiera caer en cero coma por decadencia, debilidad o estupidez, supone una ironía en sí misma. De esta gran ironía, nace la comicidad en varios momentos de la trama. Muy bienvenida, ya que compensa todo la realidad agridulce, por no decir amarga, de la auténtica realidad de la Meca del Cine en sus tiempos de «gloria».

La banda sonora original, compuesta por Justin Hurwitz (‘Whiplash’, «La la land»), es una delicia para los sentidos. Maravillosa. Sublime. Muy especial y muy característica del mencionado compositor y guionista californiano, nacido en 1985. Felicitaciones por un excelente trabajo.

Su guion en algún momento es soberbio. Destaco una dura y realista conversación entre Jack Conrad (Brad Pitt) y Elinor St. John (Jean Smart). No se la pierdan. El personaje de Smart está basado en la novelista británica Elinor Glyn. Glyn escribió para las revistas ‘Cosmopolitan’ y ‘Photoplay’. Creó el término ‘It Girl’ y publicó, además, unas cuantas novelas románticas.

Ahora que se va acercando el momento de ir cerrando este post con la calificación que doy a ‘Babylon’, les confieso que no es sencillo calificarla. Por un lado, la película está muy bien llevada y está bien hecha, con unos efectos de sonido y unos detalles muy cuidados. Me recuerda en algunos instantes esporádicos a «La la land» y en una escena en concreto, al magnífico clásico «Cinema Paradiso», y tiene todo su sentido. Por otro lado, me hubiera gustado ver a un personaje de Brad Pitt más feliz, más romántico, más conectado con una vida plena, más fuerte quizás ante situaciones que son ley de vida para todos. Sin embargo, siendo el que es, lo borda, desde mi punto de vista. Lo mismo ocurre con Margot Robbie. Esta guapísima actriz está de Óscar en la piel de Nellie LeRoy. También hubiera querido quizás una visión más edulcorada y menos decepcionante de lo que fue el mundillo cinematográfico en tiempos de «esplendor», pero interiormente me percato de que esta y no otra fue la surrealista realidad de un momento único en ese famoso rinconcito de Los Angeles (California). Una cosa me queda clara y es que nada, absolutamente nada va a empañar o a enturbiar el recuerdo que tengo de mi viaje a este lugar hace unos añitos. Jamás olvidaré las calles de Bel-Air por las que paseé con los ojos como platos, ni mucho menos esa montaña con las letras de HOLLYWOOD a un mínimo de distancia de mi persona. Aquel viaje fue un sueño hecho realidad y, en cierta manera, esta película me lo volvió a recordar, aunque sin esa «suciedad» de la que hace gala esta película.

Concluyendo, y ya sin más espera, les comunico que mi calificación para con este trabajo cinematográfico es de un merecidísimo y, lo más objetivo posible, 7,8/10. Dejo a un lado que resulta demasiado extensa y que tendría que armarme de valor para volver a verla aun cuando pasara un tiempo prudente. Reconozco que la sinopsis no me ha seducido y lo que conlleva, tampoco.

Esto es todo. Muchísimas gracias, estimados lectores, por su atención. Sean felices y hasta próximas entradas.

Gema M.ª Gómez del Barco – De la mano del Séptimo Arte

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Ciclo Chocolat CXV: Una crítica personal de película: “Bulled Train” (David Leith, 2022).

Una de esas películas creativas, con alto grado de acción, fantasmadas a conciencia, un hilo conductor, explicaciones sutiles ante todo lo que acontece y un guion cómico.
El reparto principal abarca nombres como Joey King, Aaron Taylor-Johnson, Brian Tyree Henry e Hiroyuki Sanada, siendo Brad Pitt (llamado Mariquita) quien lo encabeza.
En muy segundo plano, contamos con la brevísima aparición de Sandra Bullock y Channing Tatum, además del fugaz cameo de Ryan Reynolds.
Es un trabajo cinematográfico muy curioso sobre el que no se puede desviar la atención, ya que esto dificultaría mucho seguir la trama y comprender por qué ocurre lo que ocurre y cuándo.
La banda sonora que disfrutamos resuena con clásicos musicales versionados como ‘Stayin’ Alive’ (Bee Gees) y ‘Holding out for a hero’ (Bonnie Tyler).
Un tren bala japonés con paisaje japonés en las ventanillas es el escenario de prácticamente el 90% de la extensión de la película.
Cinco asesinos a sueldo coinciden dentro de dicho transporte y surgen coincidencias, casualidades, vivencias, recuerdos, encuentros, venganzas, sanguinolentas escenas y multitud de situaciones rocambolescas.
Confieso, muy alejada de despreciar este trabajo, que no lo volvería a ver porque agota física y mentalmente, sin embargo, en la sala de cine disfruté de lo lindo de 126 minutos de mi tiempo. Me divertí. Me reí.
Con franqueza, pienso que Brad Pitt no desperdicia su carrera haciendo este tipo de cine. Es más, creo que está como pez en el agua. Me resulta magnífico que sea capaz de afrontar cualquier género cinematográfico, que sepa meterse en la piel de cualquier personaje con éxito. Cambiar de registro siempre es positivo. Un buen actor, en mi opinión, debe ser camaleónico y jamás encasillarse. Demostró tener dotes de cine de acción y cierta agresividad graciosa en “Érase una vez… en Hollywood”. Lo logra de nuevo, otra vez. Tan digno de un actor es hacer llorar y sentir dramatismo a la gente, como hacerla reír. Ya sabemos que Brad Pitt consigue tocar la fibra que el director desee en el espectador. Siempre lo ha hecho. Se ha ganado con creces escoger el proyecto que más le plazca.
Para poner broche final a esta crítica personal, diré que me ha parecido una película muy original en contenido y forma. No me cabe ninguna duda de que este trabajo tiene garra. Los personajes atrapan con sus maneras y realidades. Califico ‘Bulled train’ con un merecido 7/10. Felicito al director Leith por su enérgico y ordenado producto. No tiene pinta de haber sido fácil. Alabo, sobre todo, que a pesar de tanto movimiento y de tanto cambio de lugar y momento, no tiene pérdida. Todo está perfectamente explicado. Cualquier cuestión queda debidamente solventada.
Muchísimas gracias por su seguimiento, estimados lectores y cinéfilos.
Hasta próximamente…

De la mano del Séptimo Arte

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Ciclo Chocolat CXIV: Una crítica personal de película: “Un tranvía llamado Deseo” (Elia Kazan, 1951).

Buenos días, tardes o noches, mundo. Tras demasiado tiempo de ausencia en este personal blog de cine, vuelvo a aparecer, esta vez, con un clásico de lujo, en vez de con un estreno de cartelera.

Confieso que es la primera vez que veo este peliculón, y ya tenía ganas, la verdad. La curiosidad me podía porque las críticas que había leído de siempre eran magníficas. Hubo un tiempo en el que los clásicos de cine no estaban al alcance del ciudadano, si es que este ciudadano no tenía la edad suficiente como para poder haber sido ese afortunado o afortunada que podía verlos cuando se estrenaban en los cines, en este caso, por allí por los 50. No había, hace unos años, tantos canales televisivos para visualizarlos cómodamente en el televisor de casa y la programación no se cubría con este tipo de cine tampoco. Las cosas, muchas veces, ocurren en el momento oportuno, ni antes ni después… y antes de ayer se cumplió uno de mis anhelos a las diez de la noche en La 2 de Televisión Española. ¡No me lo puedo creer! 😉

Qué reparto más maravilloso… Qué gran obra teatral homónima (‘A Streetcar Named Desire’) del dramaturgo Tennessee Williams convertida en una auténtica joya del cine clásico con mayúsculas. Qué buen resultado. Un jovencísimo Marlon Brando, en la piel del brusco y poco afable personaje descendientes de polacos, Stanley Kowalski. Su esposa, interpretada por Kim Hunter, ganadora del Óscar a mejor actriz secundaria, que encarna a Stella Kowalski, una ingenua mujer enamorada, pero no lo suficientemente ciega, por suerte. La peculiar Srta. Blanche DuBois… un complejísimo personaje repleto de matices y detalles, interpretado por la soberbia actriz británica Vivien Leigh, ganadora merecedora de su segunda estatuilla dorada por este espectacular trabajo. Para completar un magnífico reparto, contamos también con la presencia de Karl Malden, como el bueno (o flojo) de Mitch, afortunado él al ser reconocida su buena interpretación con un Óscar en la categoría de mejor actor secundario. Grande este mencionado cuarteto, la verdad.

Este clásico que me ocupa ante ustedes, obtuvo nada más y nada menos que doce nominaciones a los Premios Óscar. Tres de las estatuillas doradas fueron para una parte importante del reparto, tal y como les mostraba en el párrafo anterior. La cuarta y última estatuilla otorgada fue a parar a la categoría de diseño artístico y decorados, para Richard Day.

Me quiero centrar en la trama, que tiene mucha miga. Dos hermanas… una casada (Stella) y esperando un hijo de Stanley, descendiente de inmigrantes polacos, violento, maleducado, desagradable, sin poder adquisitivo, y dado a la bebida y a la agresión estando ebrio… sin embargo, joven y muy agraciado, tanto de cuerpo como de cara. La otra hermana, Blanche, la mayor, profesora de gramática de Secundaria, viuda joven de un homosexual que se suicida, con cierta tendencia a la bebida y una mala reputación iniciada a partir de la pérdida de sus posesiones materiales por una mala gestión administrativa de sus antecesores y por ciertos escarceos sexuales, primero con un alumno, y luego, tras su despido de la escuela, con otros hombres desconocidos. El cuarto en discordia es Mitch, un hombre trabajador y caballeroso, que convive con su madre moribunda. Este es compañero de trabajo de Stanley y suele participar en las timbas de cartas que el mismo Stanley organiza en su propia casa.

Ninguna de las dos mujeres, ninguna de las dos hermanas, lleva una vida feliz por diferentes y numerosos motivos. Ninguna de ellas ha tenido la suerte debida, o quizás, no la buscaron como debían. Todo depende de la visión particular del espectador. ¿Por qué el personaje de Blanche es el que más llama la atención? Porque es el de una mujer muy atípica para la época, pero todas sus preocupaciones son comprensibles. Le preocupa la reputación que no supo cuidar y por la que ahora es juzgada o repudiada o no respetada. Le preocupa su edad. No quiere que su rostro sea visto a la luz ya que las arrugas le dificultan la conquista. Es una mujer madura que siente deseo, pero no se le permite alardear de él, no se le permite coquetear porque ya no tiene veinte años. Vemos ante nosotros, con cierta pena, la situación tan dramática de una mujer de los años 50, que no tiene ni oficio ni beneficio… ni un hombre que pueda quererla, desearla y mantenerla económicamente. Simula la pureza donde ya solo queda vergüenza. Simula la juventud donde ya solo quedan arrugas. Busca al hombre caballeroso, al amable, al atento, a aquel que la adore, y parece ser tarde para ella. Ya no todos resultan amables. Ya no todos la hacen sentir complacida. Ya no es su momento. Vemos con expectación y rabia la dependencia y la desdicha de una mujer que lo tuvo todo y lo perdió. Se le pasó la primavera, y el arroz. Una mujer perdida, una loca… el resultado de una vida alejada de los cánones sociales, de lo tradicional y correcto.

Stanley, por su parte, tiene su merecido en la película. Desde mi punto de vista, el argumento es justo y cada cual se lleva lo que merece o lo que necesita. El personaje de Stanley encarna un perfil de hombre que hoy calificaríamos de «manipulador» o de «maltratador físico y psicológico». No se comporta como un buen hombre ni con su esposa ni con su cuñada. No respeta la fidelidad. Resulta violento, entrometido y bocazas, a mi juicio. Cojea en modales y en sentimientos. Bien hecho físicamente, pero, en definitiva, cae como un trozo de carne con patas. Su esposa Stella ve por fin las orejas al lobo y toma una decisión muy meritoria, sobre todo, para la época. Podría haber sido el personaje de una esposa sumida y resignada, y no. Al final, como mujer que se hace valer, da la talla. Por otra parte, nos encontramos con Mitch, un opuesto a Stanley, un hombre no tan atractivo, pero bastante más cabal, aunque le falla su cobardía, su poca personalidad, su desinfle ante el qué dirán. Se deja llevar por las habladurías y no por el corazón. Se arrepiente y actúa, pero ya tarde. Podría haberla salvado de la frialdad e intolerancia del mundo, pero ella ya va camino del sanatorio mental…

En este magnífico clásico, toma especial relevancia la puesta en escena… las expresiones, los gestos, las miradas, y un guion que lo explica todo… Maravilloso trabajo en su totalidad. Sí, Blanche coge un tranvía llamado Deseo en verdad para llegar a la casa de su hermana en Nueva Orleans, pero a la par, el deseo es ese inconfesable personaje fantasma en la trama, omnipotente, ante el cual se doblegan varios personajes. Deseo como una virtud humana en ellos. Deseo como la infernal perdición para ellas. Otra época, otras ideas, otras marcas sociales.

Sin más dilación, califico «Un tranvía llamado Deseo» con un merecidísimo 8’5/10. Me encantará volver a verla para valorar algún detalle más que se me haya escapado. Es una película de lo más completa. Ya me hubiera gustado poder admirarla cuando se estrenó por vez primera en un cine madrileño o cuando fue su estreno en el escenario del teatro Shubert, en New Heaven, el 3 de diciembre de 1947. No pudo ser. Nací tarde para esto. Qué le vamos a hacer.

No es de extrañar que se considere ‘A Streetcar named Desire’ la obra maestra del gran y evolucionado Tennessee Williams, todo un cirujano de los complejos, traumas y realidades cotidianas del género humano de su época. Cada personaje es un imantado maremágnum de vida que da ganas de analizar, de despojar de capas como a una cebolla, para darnos de cara con la verdad. Siempre hay algo oculto que florece y que se desvela dejando al desnudo al personaje.

Un clásico muy, muy recomendable, sin duda. Por muchos tranvías más, se llamen como se llamen. «Amor» sería un buen nombre, por aquello de darle un potente giro a la trama.

Mil gracias por su lectura y atención. Hasta próximamente.

De la mano del Séptimo Arte

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Ciclo Chocolat CXIII: Una crítica personal de película: “El último duelo” (Ridley Scott, 2021).

Muy buenas, estimados cinéfilos y seguidores de este espacio de cine que vuelve a estar abierto al público. Confieso que soy fan de siempre del director de cine, guionista y productor británico Ridley Scott. Con 83 años, y tiene en cartelera este estreno que nos ocupa. Además, en breve se estrenará «La Casa Gucci», que también es un trabajo suyo.

Mi propósito es adentrarme en las profundidades de una película muy llamativa en esencia. «El último duelo» supone un cambio demoledor de época para un tema que hoy en día se trata con gran frecuencia en los medios. El feminismo llevado al medievo, dicen algunas personas. No, en absoluto. No lo creo así. Scott ha llevado un problema real femenino, un delito que atenta contra la mujer, que es la violación, a un momento de la Historia en que las féminas nacían para ser un mero objeto carnal, vientre de futuros descendientes y con una existencia desprovista de derechos esenciales para todo ser humano a día de hoy: voz, decisión y posibilidad de posesión de credibilidad. Su existencia estaba adherida a la de su padre primero, y a la de su marido después, como si por sí sola o por sí misma, no poseyera ningún valor ni capacidad. La autosuficiencia, la independencia y la libertad no estaban al alcance de ninguna mujer en la Edad Media. Tanto sus actos como sus palabras carecían de importancia si eran buenos y merecían un castigo si se desviaban de las expectativas de una sociedad puramente machista, injusta y cruel. Confieso que me agrada ver este tipo de películas porque a pesar de la rabia que siento, me hace valorar más positivamente el hecho de vivir en el siglo XXI. Por supuesto, haber nacido en un país occidental también ayuda a favor en esta realidad.

Me ha sorprendido muy gratamente que el Sr. Scott haya sentido la necesidad de mostrar al mundo la verdad de muchas féminas a lo largo de la Historia, las cuales, asumían y padecían tremendas injusticias en silencio pensando que todo cuanto les ocurría era lo natural por haber nacido mujer.

Fui al cine sabiendo lo que me esperaba como espectadora y aceptando que podrían ser ciento cincuenta y tres minutos de agonía ininterrumpida para mis ojos y para mi mente. En algunos momentos, lo fue. Empatizar con la protagonista supone un orgullo y una dignidad herida que tan solo puede sentirse en grado máximo si realmente viviéramos esa situación tan desagradable y de por vida en pleno siglo XIV. Estoy convencida de que habría mujeres que aceptarían las circunstancias con naturalidad, pero otras, más inteligentes, con resignación, preguntándose por qué.

La película, a mi modo de ver se excede en duración, pero no aburre. Mantiene la curiosidad hasta el final. Confieso que hay escenas de mucha violencia, pero asumo que se nos hace constancia de la brutalidad del hombre en aquel momento. Lo solucionaba todo a golpes. En este trabajo, se vislumbra un poquito de «justicia», pero dicha justicia no es divina ni celestial ni judicial… está absolutamente amarrada a la suerte del vencedor en el duelo, y qué triste resulta que así sea. La justicia no es tal. La justicia no es real ni legítima ni fiable.

Les digo con sinceridad que no es una película que me gustara volver a ver, pero cierto es que está bien hecha, muy bien ambientada. Transmite los valores de una época despojada absolutamente de los mismos para la realidad femenina. Eso valores caballerescos solo eran posesión y voluntad de los hombres y las mujeres vivían a merced de ellos. Qué decir de un reparto encabezado por cuatro nombres: Jodie Comer, Matt Damon, Ben Affleck y Adam Driver. Todos ellos a la altura de las circunstancias en la interpretación. Actores que siempre gustan llegan a encarnar a un personaje que rompe con la tendencia, aunque eso no disminuya en absoluto la calidad del personaje. Espléndidos los cuatro. Destaco escenas muy buenas, llenas de sentido y significado. Ridley Scott («Gladiator», «Red de mentiras», «Exodus: Dioses y reyes») siempre ha sabido cómo combinar momentos de guerra y de paz en sus películas con una sensibilidad madura bien visible a los sentidos. La dureza está presente en la película en todo momento, por diferentes motivos. Creo que Scott ha transmitido lo que quería y como quería. El resultado es convincente.

No me demoro en mis argumentos críticos, calificando, por fin, este trabajo con un merecido 7,5/10. Recomendable. Muchas gracias por su seguimiento y hasta más ver…

Gema María Gómez del Barco

#YoVoyAlCine

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Ciclo Chocolat CXII: Una crítica personal de película: “Sin tiempo para morir” (Cary Fukunaga, 2021).

Muy buenas, estimados lectores de este humilde blog de cine. Llevaba demasiado tiempo sin ningún estreno de cartelera, sin ninguna crítica a realizar. Me animo hoy a ello, tras un intervalo existencial extraño… para todos, según creo. Hemos vivido tiempos inesperados y confusos a los que hacer frente de una manera u otra. Ánimo a todos aquellos que aún seguimos por aquí. Sigamos disfrutando del Séptimo Arte, ya que gozamos de ese privilegio, de ese honor tan especial.

Les traigo un estreno cinematográfico que ha dado muchísimo que hablar. Sí, el famoso agente británico con licencia para matar regresó, interpretado todavía y por última vez, por el actor británico (como no podía ser de otra manera) Daniel Craig. La película es larga de duración, como siempre, y quizás demasiado. Mucha acción, sí. Buena trama, sí. ¿Giros inesperados? Alguno hay… ¿Se conserva la esencia del personaje principal? Pues… difícil pregunta y más difícil respuesta. El actor deja el pabellón bien alto, en mi opinión, sin embargo, el ‘James’ romántico y diferente que nos mostraron con Daniel Craig en «Casino Royale» (2006) se vuelve más humano y sensible, si cabe. El personaje continúa un registro más cálido, más cercano, más humilde, más protector… y estas cualidades modifican la versión original del personaje que recordamos, encarnado por un Sean Connery, frío, práctico, resolutivo y carente de sentimientos reales hacia las mujeres. Claro que comprendo por qué el Sr. Arturo Pérez-Reverte, ha tachado a este nuevo James Bond de «moñas», pero tan solo es una cuestión de preferencia personal por parte del espectador. Entiendo que a muchos hombres, este ‘James’ les ha decepcionado. A mí, desde una perspectiva de valoración femenina, no. Creo que si la trama toma un aire familiar, este es el hombre que tiene que mostrarse y no otro. Pienso que para modificar el comportamiento de ‘James’, habría que hacer grandes cambios en las novedades que presenta el contenido de la película. Para una vida de soltería, de hombre atractivo y vividor es perfecto el personaje original. Para una vida distinta, que es la que se ve en este título, es necesaria una reconstrucción del personaje a medida de las exigencias que se le han impuesto. ‘James’ ya no tiene tan solo la responsabilidad de salvar el mundo sino que en el ámbito personal, las cosas se le han complicado bastante. La nueva situación merece un personaje a la altura y no uno preocupado en exclusiva por la manera en la que le gusta el Martini. El Sr. James Bond ha madurado y se expone ante al espectador como alguien de carne y hueso. Agitado, sí. Revuelto, sí. Seco, en absoluto.

Puede que fuera oportuno el cambio del personaje. Puede que, en pleno siglo XXI, no nos seduzca tanto el hombre que disfruta de las mujeres como aquel que convive con ellas y, tiene los cojones suficientes como para enamorarse de una. Eso es auténtica valentía en el mundo de hoy, damas y caballeros, y de los más varonil, me atrevería a decir. Esta película que nos ocupa, «Sin tiempo para morir», tiene tiempo de sobra como para que el espectador opte por desconectar en algún momento. Hay instantes de lentitud. También hay instantes de dramatismo y, por qué no, de tragedia. Hay tiempo para todo y es apta para todos los gustos. Comprendo por qué la actriz Ana de Armas aceptó su papel como chica Bond, y me parece muy digna su decisión. Tiene una intervención fresca, inocente y original. No todas las mujeres pasan por la cama del Sr. Bond. Con Daniel Craig, lo sabemos de sobra. Qué decir referente al malvado personaje Safin, interpretado por el famoso actor Rami Malek (‘Bohemian Rhapsody’)… Maldad tiene de sobra y eso es un plus. De hecho, puede que en la historia de las veinticinco películas de Bond, no haya habido otro «antihéroe» que consiga lo que logra este con él. El efecto de la maldad en esta película parece ser letal. La justicia no es tal en este trabajo.

La 25ª película de la gran saga de Bond tiene algo especial, algo que impacta en su conjunto. ¿Buena? Lo es, sin duda. Se trata de ciento sesenta y tres minutos de variedad de registros, de secretos por descubrir y de emociones que expresar. Sí, Bond ha cambiado, claro, ¡a mejor! Por otra parte, me encantó la cabecera… el tema ‘No time to die’, interpretado por la cantante Billie Eilish, muy al estilo Bond y con sentimiento. Esa nostalgia contenida que transmite resulta perfecta. Hans Zimmer ha tomado la batuta en esta ocasión y la calidad le precede, respetando, por supuesto, el sonido original que identifica al agente británico y a todas y cada una de sus misiones.

Sin más dilación, doy a este trabajo una puntuación de un merecido 7 sobre 10. Vayan al cine a disfrutar de una de las mejores películas de la saga. Les impactará, lo hará, ya sea para bien o para mal. Muchas gracias por su atención, queridos lectores y cinéfilos. Hasta próximamente…

Gema María Gómez del Barco

#YoVoyAlCine

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Ciclo Chocolat CXI: Una crítica personal de película: “Tenet” (Christopher Nolan, 2020).

Muy buenas, damas y caballeros, estimados cinéfilos todos. Regreso con más cine después de demasiado tiempo esperando a poder ver una película en pantalla grande, con cierta prudencia, confianza y seguridad. Todo llega y aquí me encuentro de nuevo escribiéndoles unas palabritas sobre una película que ni pasa ni deja indiferente.

https://youtu.be/jMg5xg4V29U (trailer de la película «Tenet»)

Vamos con una primera cuestión antes de nada… ¿cuál es la sinopsis de «Tenet»? Pues bien, esta película trata de una manera curiosa, atractiva y original la salvación del mundo ante la inminente posibilidad de entrar en la Tercera Guerra Mundial. Para ello, habrá que evitarla, claro está, de la manera que sea, pero lo inusual son las circunstancias, esa nueva realidad con la que se topan los protagonistas. Se trata de una realidad invertida, un enigmático algoritmo temporal con unas condiciones adversas en las que tendrán que lidiar para lograr el propósito último ya mencionado. La existencia de una realidad futura inmersa en una realidad pasada o actual y cómo actuar en ambas supone la clave del nuevo enrevesado y divertido hilo cinematográfico de Nolan.

De seguro, se preguntan también qué sentido tiene el título de la película que nos ocupa. «Tenet» es, en primer lugar, un bello palíndromo, es decir, se escribe igual de derecha a izquierda que de izquierda a derecha. Por otra parte, «Tenet» parece ser, en la mayor de las simplezas, el nombre de una organización dentro de la trama, sin embargo, con Nolan a la cabeza, no debemos quedarnos en una idea tan poco elaborada. «Tenet» es también un principio o creencia, basados en la ignorancia para dar paso a la fe, que es el único poder prioritario para sacar del mundo lo mejor y centrarnos en salvarlo y no, por el contrario, en destruirlo. «Tenet» lleva tras de sí un sentido físico cuántico, la búsqueda de un algoritmo temporal que plantea al ser humano dos realidades diferentes que debe distinguir y tratar por separado: una noción temporal actual y una futura, que en una existencia humana normal, se nos escaparía por completo.

Miren, he visto de Christopher Nolan la mayor parte de su filmografía y está claro que este trabajo supone la misma preocupación con el tiempo por parte del director que sus otros dos trabajos «Origen» e «Interstellar». Las tres son absolutamente diferentes y, sin embargo, el entramado, el contenido gira en torno a ese bien tan preciado y limitado para la especia humana, al que denominamos TIEMPO.

Les cuento mi experiencia cinematográfica en la sala de cine… un buen reparto con un nuevo actor como protagonista que da la talla en actuación, aunque para mi gusto no llega, por ahora, al conjunto tan completo que supone su padre, Denzel Washington. Robert Pattinson, que está sublime y esperaba que en una película por fin fuera él mismo. Michael Caine, que hace acto de aparición y con eso basta para ofrecer clase y talento durante un minuto. Por supuesto, Kenneth Branagh, que borda el papel de malo malísimo. Y otra nueva adquisición, una mujer de 190 cm de estatura, llamada Elizabeth Debicki, que condensa en ella misma la femineidad, la vulnerabilidad y la fragilidad, y con ello, la necesidad de ser salvada por el bueno de las garras del perverso. Quizás, si les soy sincera, he echado de menos una banda sonora tan atrayente como la de «Origen», sin embargo, el sonido es brutal. No, Ludwig Göransson no ha hecho un mal trabajo componiendo. Simplemente, su esfuerzo pasa un poco sin pena ni gloria. Hay tanto movimiento, tanta acción, que no se echa en falta ningún sonido más. Les puedo decir que engancha. Pueden comprenderla o no, o intentarlo al menos, pero les advierto de que en los 150 minutos de película estarán pendientes de todo cuanto acontece, de cada giro, de cada detalle, y ni se cansarán ni se aburrirán. Más al contrario, no se les hará ni extensa siquiera, y lo es. No despegué los ojos de la pantalla y llego a dudar de si parpadeé.

Creo haber plasmado todo cuanto quería y necesitaba contarles, así que sin más espera, les informo de que mi valoración numérica de «Tenet» es de un merecido 7,2/10. Felicito al Sr. Christopher Nolan por su siempre innegable creatividad, imaginación y dedicación a la hora de crear una película. Su sello es inconfundible. Para mí, «Tenet» es la mejor hasta la fecha, dejando a un lado su trilogía de Batman, que es un tesoro, y dista mucho, en trama, a «Tenet».

Muchísimas gracias por su atención y seguimiento. A ver si el cine vuelve a la cartelera en la cantidad que solía y puedo volver frecuentar mi vicio favorito.

Hasta la próxima.

#GMGdB##De la mano del SéptimoArte##Estrenosdecine##Tenet##Septiembre2020

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Ciclo Chocolat CX: Una crítica personal de película: “Cuestión de justicia” (Destin Cretton, 2019).

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El director hawaiano Destin Cretton (1978), responsable de trabajos como el drama «Las vidas de Grace» (2013) o el drama biográfico «El castillo de cristal» (2017), nos obsequia este fin de semana en cartelera con una película llena de humanidad basada en hechos reales. Protagonizada por Michael B. Jordan, Brie Larson y Jamie Foxx, este trabajo nos relata la historia real del joven abogado Bryan Stevenson (Michael B. Jordan) y de su memorable batalla por la justicia con mayúsculas. Tras licenciarse en Harvard, Bryan recibe suculentas y muy interesantes ofertas de trabajo, sin embargo, él opta por poner rumbo a Alabama para defender a personas que han sido condenadas por equivocación o que carecían de suficientes recursos para contar con una representación legal óptima, y lo hace con el apoyo de la activista local Eva Ansley (Brie Larson). Uno de sus primeros y más populares casos es el de Walter McMillian (Jamie Foxx), quien en el año 1987 fue condenado a pena muerte por el asesinato de una chica de dieciocho años, a pesar de que las pruebas que existían demostraban de sobra su inocencia. En meses sucesivos, este inexperto abogado se ve inmerso en una encrucijada de maniobras legales y de un racismo manifiesto mientras lucha por su cliente y por otros como él. Todo parece estar en su contra pero no se rinde ante la más que evidente injusticia. 

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La película engancha por una sucesión de acontecimientos expuestos con coherencia y buen ritmo, y el reparto protagonista está a la altura de las circunstancias siendo el más papel más relevante el del actor más joven, Michael B. Jordan, con treinta y tres años primaveras. Sepan que este actor es californiano y tiene en sus manos un premio SAG por su trabajo en la película basada en los superhéroes de Marvel «Pantera Negra» (Ryan Coogler, 2018). En segundo lugar, y desde luego, no con menos importancia, se mueve como pez en el agua el actor Jamie Foxx («Corrupción en Miami», «Historias de San Valentín», «Django Desencadenado»), quien se llevó una estatuilla dorada por su magnífica interpretación de Ray Charles en «Ray» (Taylor Hackford, 2004) y fue nominado por su bonita interpretación del buen y honrado taxista Max en «Collateral» (Michael Mann, 2004). Ambos actores, estupendos, encarnando esta vez al dúo abogado/cliente resulta un espectáculo de lo más alentador para la gran pantalla.

Sí, es cierto. Se trata de otra película con un trasfondo polémico también. Esta película, en mi opinión, aunque tiene el tema de la pena de muerte como algo bien patente, no debate sobre ella. Es decir, la trama no transmite si se está a favor de la pena de muerte o en contra, sino que se enfoca en la existencia de anomalías y malas praxis a la vista de un sistema judicial que las ampara y que permite que un inocente termine en la silla eléctrica. Por otra parte, el tema que sale a relucir también es el racismo. Un estado en el que existe una mayoría autóctona de color conviviendo todos los días con norteamericanos blancos y parece mentira que, aun a día de hoy, la balanza de la justicia se incline a culpar a quienes tienen una raza diferente y menos recursos para defenderse. Lo desafortunado y triste es que en la actualidad aún sigan existiendo estados en los Estados Unidos de América en los que la idea de la esclavitud aún va haciendo mella, existiendo mentalidades en las que un ciudadano de color continúa, como en tiempos pasados y remotos, viviendo como un ciudadano de segunda, con menos libertades, con menos derechos y al servicio de la voluntad de los blancos. Da vergüenza y mucha pena. La película que me ocupa incide en esto, en la falta de humanidad y de igualdad entre personas a los ojos de la Dama de la Justicia. Visionando la película, da por pensar en esa venda que hace ciega a dicha Dama y cómo esa objetividad, esa imparcialidad de la que debe siempre hace gala, se va por el desagüe en algunas ocasiones. Es positivo saber que existen personas que luchan contra viento y marea, dejando de lado su prestigio, su estatus, sus posibilidades de cumplir su propio sueño americano para salvaguardar la justicia cuando esta se pierde por el camino de la ignorancia, de la xenofobia, de las ínfulas de superioridad y, en definitiva, de la maldad.

Sin más que añadir, la película es buena e interesante, por lo que mi calificación es de un  merecidísimo 7’5/10. Una sale llena y satisfecha de la sala de cine y eso es de agradecer.

Muchas gracias, queridos lectores, por su atención y lectura. Próximamente, más.

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Ciclo Chocolat CIX: Una crítica personal de película: “El escándalo” (Jay Roach, 2019).

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El director de Nuevo México, Jay Roach (1957), responsable de trabajos como «Volar por los aires» (1994), «Los padres de ella» (2000), «Los padres de él» (2004), «La cena de los idiotas» (2010) o «En campaña todo vale» (2012), entre otros, nos sorprende en esta ocasión con una película bastante polémica pero sobre todo, muy en sintonía con la ola de indignación que han promovido ciertas campañas en todo el mundo por parte de algunas mujeres. Lo significativo de este estreno de cartelera es que está basada en hechos reales. De ahí, lo dramático y decepcionante en tiempos que se suponen modernos y evolucionados. Se trata de una reconstrucción de los hechos verídicos que llevaron a la caída de uno de los imperios mediáticos más importantes de las últimas décadas: Fox News. La trama está enfocada en un grupo de bellísimas e influyentes féminas en el mundillo de la comunicación estadounidense, las cuales lograron terminar con el hombre responsable de él: el Sr. Roger Ailes.

El trío de actrices protagonistas, Charlize Theron, Nicole Kidman y Margot Robbie, supone un aliciente la mar de atrayente para que la película tome la suficiente consistencia y un mayor convencimiento por parte de los espectadores. Las tres están magníficas en sus respectivos papeles. Por otra parte, ya saben que la película fue, este año 2020, ganadora de la estatuilla dorada en la categoría de mejor maquillaje, y quedaron dos nominaciones en el aire, sin premio, a mejor actriz (Theron) y a mejor actriz secundaria (Robbie). Como curiosidad les diré que fue Meryl Streep la que convenció a Nicole Kidman para que participara en esta película. No creo que se haya arrepentido de la decisión.

La película tiene mucho e interesante guion, y detalles a tener en cuenta por lo que merece especial atención, y aunque en algún momento que otro, se hace algo pesada, la esencia se transmite con claridad y contundencia. De seguro, habrá opiniones para todos los gustos en lo referente al tema en cuestión. Hay quien se inclina por defender al verdadero culpable, quitando hierro al asunto y tachando, a modo de ofensa, de feministas, a las víctimas. Hay quien, sin embargo, comprende que las malas conductas lo son siempre y cuando el poder sirve como arma arrojadiza para utilizar a seres humanos en situación de mayor vulnerabilidad, sean estos mujeres o no, se hace necesario poner remedio y hacer justicia aunque sea más tarde de lo que cabría esperar. Los tiempos han cambiado y lo que en su momento se veía como algo normal… creo que todos tenemos en mente la imagen de jefes y secretarias, y relaciones de toda índole. No todos los casos suponen la voluntad de ascender de la mujer y la ligereza a la hora de decidir cómo subir lo más fácilmente los peldaños de una empresa. No todas las mujeres están por la labor de aguantar lo que les echen. Si a un hombre solo se le pide ser un buen profesional en el ámbito empresarial y a la mujer se le exigen ciertos extras involuntarios y desagradables a fuerza de todo tipo de amenazas, la desigualdad se hace patente y no se puede tolerar. Creo que la película nos informa de ciertas realidades bastante lamentables y el hecho de que varias mujeres pongan el grito en el cielo y digan «basta ya» supone un mérito y mucha valentía cuando se trata de magnates a los que no se les puede toser por lo que imponen y por todos los recursos que tienen a su disposición para machacar a quien deseen con solo proponérselo. La realidad es que hubo personas que vieron el resultado de las acciones legales bien y otros mal pero a la hora de la verdad, a nadie le gustan los escándalos porque dan una mala imagen y la opinión pública es la que, al final, puede con todo. Valoro y mucho lo positivo de ser escuchadas. No hay fecha de caducidad para hacer auténtica justicia.

Sin más, les diré que califico «El escándalo» con un merecido 6,5/10. No es una obra maestra pero resulta fresca, actual y muy informativa.

Muchísimas gracias por su lectura y seguimiento de este blog.

Hasta próximas entradas… ¡Un saludo!

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Ciclo Chocolat CVIII: Una crítica personal de película: “Bad Boys for Life” (Bilall Fallah y Adil El Arbi, 2020).

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De nuevo, ando por los lares de este blog, con un nuevo y recentísimo estreno de cartelera. Llegó a las salas de cine el pasado viernes 17 de enero. Emocionada estoy porque este estreno pertenece a uno de mis géneros preferidos, el de acción inagotable. En esta ocasión, además, el espectador o espectadora cuenta con ese toque de destrucción «justificada» (por el bien)… con un cochazo impresionante y lo estrenamos con nueva marca, todo hay que decirlo… el precioso Ferrari de la segunda entrega ha sido reemplazado por un precioso Porsche y la verdad es que, si quien lo conduce está como está Will Smith, un cuarto de siglo después de comenzar esta divertida saga, el automóvil siempre luce aún más, si es eso posible (que sí que lo es). Este trabajo se reduce a 123 minutos de movimiento y toques cómicos y es curioso pero este par ya hace sentir como en casa, no sé si me explico. Los policías Mike Lowrey (Will Smith) y Marcus Burnett (Martin Lawrence) vuelven a patrullar en lo que parece una última misión juntos. La trama es interesante y da un giro inesperado, algo descabellado quizás, un poco fuera de lo común, como un relleno pero lo que parecía ser un final se convierte en un nuevo y expectante comienzo.

Los dos directores, dos jóvenes belgas, han logrado hacer un buen trabajo, muy diferente a sus anteriores entregas, que fueron dirigidas por Michael Bay (1965), director que me priva y que ya tiene tablas en el mundillo del cine de acción. Algo ha cambiado en la visión de las dos anteriores películas a esta. Existe demasiada insistencia en la edad de los protagonistas y, es verdad, ha pasado el tiempo y no son veinteañeros, pero se nota un sigiloso y discreto cambio de ruedas que igual no sería tan evidente si sus directores tuvieran sesenta años. Ya ocurrió también con otras parejas cinematográficas como Mel Gibson y Danny Glover en «Arma Letal»… son gajes del oficio, de todos los oficios, digámoslo así. Esta entrega supone un reemplazo, una transición… pero como originalmente, una carrera de obstáculos, una cadena de persecuciones diversas y atrayentes que enganchan al espectador quiera o no.

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Si solemos criticar la saga de «Misión Imposible», protagonizada por Tom Cruise, por la cantidad de fantasmadas varias que nos tenemos que comer… ya sabemos que esta saga de los dos policías rebeldes con más chispa, no se queda atrás en absoluto. Y confieso que me divierten y me alegran las fantasmadas. A veces, el espectador también tiene ganas de liberar adrenalina y de salir de la sala con una buena sensación en el cuerpo y en la mente. No tienen que ser todo tragedias, ni melodramas ni comedias de azucarados amoríos. La cartelera va marcando el momento de disfrutar de un género u otro.

Sin más que decirles, salvo que vayan a verla si quieren divertirse en la sala de cine, valoro este trabajo con un estupendo 6,5/10. Creo que ambos actores protagonistas dan lo mejor de sí mismos y eso se nota y lo transmiten.

Muchísimas gracias por su seguimiento y atención. Hasta próximamente…

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Hace 25 años…

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Ciclo Chocolat CVII: Una crítica personal de película: “Mujercitas” (Greta Gerwig, 2019).

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Desde la publicación de la novela en el año 1868, «Mujercitas» le ha estado diciendo a las niñas lectoras que no hay una sola forma de ser mujer, y que pueden soñar con huir de todo aquello que se espera de ellas. No hay por qué ser corriente, ni dar prioridad a las mismas cosas, ni seguir ciertos patrones dictados por la sociedad, si no se está dispuesta a hacerlo, si no existe voluntad. El estreno de esta nueva versión cinematográfica cuya crítica me ocupa hoy, dirigida por la actriz, directora y guionista Greta Gerwig (1983), ofrece otra vuelta de tuerca feminista a la historia del cuarteto de hermanas March, contada por Josephine, la discordante aspirante a escritora.

Confieso que tenía curiosidad por cuál sería, ya en una cuarta versión cinematográfica de la famosa novela de Louisa May Alcott, el matiz o matiz diferenciador. No era posible que tras varias versiones, resultara que este último trabajo fuera un simple «otra vez lo mismo». Es verdad, el reparto es diferente, la banda sonora es diferente, la duración, pero… ¿y la trama? Pues supongo que ningún espectador diría que no sabe qué está habiendo. La esencia está, sin embargo, puede que el matiz diferenciador más evidente y visible sea, en mi opinión, el orden de los acontecimientos. Ese ir y venir en el tiempo supone una atención más acentuada en la trama, y puede gustar o, simplemente, cansar, ya que ordene como ordene la directora los detalles, todo aquello que es significativo, continúa repitiéndose, y nos lo sabemos de memoria. Por otra parte, sí que hay ciertos añadidos, sobre todo al final que más que enriquecer al espectador con ese algo más, se le hace pesado. Me ha gustado la participación de Meryl Streep en la piel de la tía March. Sus palabras, de alguna manera, nos hacen caer de golpe, con contundencia, en la visión de la mayor parte de las mujeres de la época. La actriz protagonista que interpreta a Josephine March, la premiada y reconocida actriz irlandesa nacida en el Bronx (Nueva York), conocida como Saoirse Ronan (1994), se manifiesta como prometedora intérprete que se mueve como pez en el agua con personajes de marcado carácter, rebeldía, inquietud y curiosidad. No decepciona. Buena elección. Quizás sean Emma Stone y Laura Dern las que, teniendo ya un marcado prestigio, no lucen o deslumbran como deberían. A Emma Watson, estar en un lugar más secundario, no le favorece estando acostumbrados a que siempre goza de protagonismo, o quizás también sucede que su personaje rompe, irónicamente, con lo que predica en la vida real. Es considerada una de las actrices feministas del momento actual, ¿verdad? Por otra parte, en cuanto a los personajes masculinos… soy fan del veterano actor, ganador de un Óscar, Chris Cooper, y ha sido estupendo verle encarnando al abuelo de Laurie, el Sr. James Laurence. Es innegable que este actor estadounidense da caché al conjunto del elenco actoral. El trío de actores más relevante de la trama lo forman: Timothée Chalamet (como Theodore «Laurie» Laurence), Louis Garrel (como Friedrich Bhaer) y Bob Odenkirk (como el Sr. March, padre de las cuatro señoritas). No lo han hecho mal pero tengo que decir, y supongo que mucha gente pondrá el grito en el cielo, que para mí como el trío Christian Bale, Gabriel Byrne y John Neville no hay ninguno, y con ello me voy a mi preferencia por la versión de «Mujercitas» de 1994, en este aspecto… aunque también diré que me encantó Susan Sarandon haciendo de Marmee (la madre de las damiselas). Para gustos, los colores… y a mí la versión de 1994 me pareció fabulosa en reparto y en banda sonora (se queda en la cabeza con un romanticismo conmovedor y convincente), aun cuando como película y perfección en la realización e hilado de la trama, me quedo con el clásico de 1949. Lo tengo meridiano.

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Las novedades en la trama de esta última versión cinematográfica me desagradan bastante. Me atrevería a decir que esta película es la menos feminista y la menos romántica de las cuatro y puede que discrepen… a mí me ha decepcionado un poco. Me guardo los dedos en el teclado para no enumerarles los detalles que me han hecho pensar así. No deseo terminar haciéndoles un spoiler. Quiero que vayan a verla y juzguen desde su personal visión como lo estoy haciendo yo en este momento (en versión reducida y con cortes, por desgracia). Solo les diré que el personaje de Jo termina siendo el personaje menos convincente por su forma de pensar y luego de obrar. No es tanto el término de su parte de historia (que es el mismo de siempre) sino las formas que manifiesta hasta llegar a su punto y final ante el espectador. Duda, se arrepiente… se muestra confusa, se ve con miedo a la soledad… Diría que este personaje se ha dejado influenciar por el siglo XXI, y no me extrañaría nada teniendo en cuenta que la directora de la película es de la generación que es. La novela se ha bañado, en mi opinión, del feminismo de boquilla e hipócrita que se manifiesta hoy en redes y prensa.

Bueno, sin más palabras, me dispongo a calificar esta película con un 6’5/10. Merece la pena matar la curiosidad, merece la pena enumerar diferencias y, aun cuando mi visión de este trabajo no ha sido lo óptima que podría haber sido, no considero, ni mucho menos, haber perdido el tiempo yendo a la sala de cine y visualizándola. Anímense y me cuentan.

Muchísimas gracias por su atención y seguimiento, queridos lectores y cinéfilos.

Hasta próximas entradas.

GMGdB – De la mano del Séptimo Arte

Sucesión temporal de las versiones de «Mujercitas» (‘Little Women’) en el cine

«Mujercitas» (George Cukor, 1933). Primera versión cinematográfica.

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«Mujercitas» (Mervyn LeRoy, 1949). En Technicolor, como novedad.

«Mujercitas» (Gillian Armstrong, 1994).

«Mujercitas» (Greta Gerwig, 2019). Última versión cinematográfica. La primera a la izquierda, Emma Watson (Meg), Florence Pugh (Amy), Saoirse Ronan (Jo) y Eliza Scanlen (Beth).

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